Hoy es 31 de diciembre y en España tenemos una costumbre magnífica que es comernos doce uvas al son de las doce campanadas que marcan el fin de año. Parecerá una tontería, algún tipo de superchería estúpida, pero da la casualidad de que es una de las pocas cosas que echo de menos cuando no estoy en España.
El momento de las uvas es genial. Es un momento que pasas con familiares y/o amigos, en el que siempre suena la misma canción de Mecano y en el que te reúnes delante de la tele (si no estás en la Puerta del Sol o en una fiesta) para oír por enésima vez cómo funciona lo de los cuartos y las campanadas. Es un momento de amistad, de amor y de esperanza. Y digo esperanza en el sentido más amplio de la palabra, porque siempre deseas cosas para el año nuevo, pero también tienes las expectativas puestas en el misterio: ¿qué nos deparará este año que empieza? ¿podré hacer borrón y cuenta nueva? ¿será éste el año en que por fin todo se alinea en perfecta armonía?
A mí lo que más me gusta es el momento justo después, en el que besas y abrazas a todos los que están contigo, en el que compartes algo que todos tenemos en común. Te hace sentir que formas parte de algo.
Todo esto es para contaros que este año he pensado darle un giro a todo esto. Este año, que soy más consciente que nunca de todo lo que tengo, que no puedo más que estar agradecida por la suerte que tengo, he pensado en una cosa que leí hace meses. En su momento me pareció curioso, pero no le dí mayor importancia. Se trata de querer cosas y quererlas de verdad para que se cumplan, como para llamarlas. Y también de dar gracias. Dar gracias todos los días por lo que creas que merece la pena dar las gracias en tu vida.
Como yo este año "voy sobrada" de amor, de cariño, de agradecimiento y de todo, se me ha ocurrido pedir un deseo con cada uva que me coma, pero quererlo de verdad. El truco está en que el deseo no debe ser para ti, sino para otra/s persona/s. Por ejemplo, con la primera campanada/uva, deseo que toda la gente que va a pasar esta noche sola reciba mis buenas vibraciones y sienta el calor del cariño. Con la segunda campanada/uva, que todos los que están enfermos, esta noche se sientan mejor, al menos durante un rato. Y así hasta doce. No es muy complicado. Ni siquiera hay que formular todo eso (ni en tu cabeza). Simplemente hazte una imagen mental de lo que quieres transmitir y manda toda tu energía con ello.
También se puede hacer con agradecimientos, pero que sean bien sentidos. Primera uva: doy las gracias por mi familia. Segunda uva: doy las gracias por mis amigos. Tercera uva: doy las gracias por el tendero de la esquina, que siempre me guarda las mejores mandarinas... no sé. Es sólo que me parece que es un momento ideal para pensar en todos los que te rodean, en sentir el momento que estás viviendo y realmente darte cuenta de todo el amor que hay en el mundo, que está ahí para que lo recojas y lo devuelvas, si puede ser, multiplicado.
El momento de las uvas es genial. Es un momento que pasas con familiares y/o amigos, en el que siempre suena la misma canción de Mecano y en el que te reúnes delante de la tele (si no estás en la Puerta del Sol o en una fiesta) para oír por enésima vez cómo funciona lo de los cuartos y las campanadas. Es un momento de amistad, de amor y de esperanza. Y digo esperanza en el sentido más amplio de la palabra, porque siempre deseas cosas para el año nuevo, pero también tienes las expectativas puestas en el misterio: ¿qué nos deparará este año que empieza? ¿podré hacer borrón y cuenta nueva? ¿será éste el año en que por fin todo se alinea en perfecta armonía?
A mí lo que más me gusta es el momento justo después, en el que besas y abrazas a todos los que están contigo, en el que compartes algo que todos tenemos en común. Te hace sentir que formas parte de algo.
Todo esto es para contaros que este año he pensado darle un giro a todo esto. Este año, que soy más consciente que nunca de todo lo que tengo, que no puedo más que estar agradecida por la suerte que tengo, he pensado en una cosa que leí hace meses. En su momento me pareció curioso, pero no le dí mayor importancia. Se trata de querer cosas y quererlas de verdad para que se cumplan, como para llamarlas. Y también de dar gracias. Dar gracias todos los días por lo que creas que merece la pena dar las gracias en tu vida.
Como yo este año "voy sobrada" de amor, de cariño, de agradecimiento y de todo, se me ha ocurrido pedir un deseo con cada uva que me coma, pero quererlo de verdad. El truco está en que el deseo no debe ser para ti, sino para otra/s persona/s. Por ejemplo, con la primera campanada/uva, deseo que toda la gente que va a pasar esta noche sola reciba mis buenas vibraciones y sienta el calor del cariño. Con la segunda campanada/uva, que todos los que están enfermos, esta noche se sientan mejor, al menos durante un rato. Y así hasta doce. No es muy complicado. Ni siquiera hay que formular todo eso (ni en tu cabeza). Simplemente hazte una imagen mental de lo que quieres transmitir y manda toda tu energía con ello.
También se puede hacer con agradecimientos, pero que sean bien sentidos. Primera uva: doy las gracias por mi familia. Segunda uva: doy las gracias por mis amigos. Tercera uva: doy las gracias por el tendero de la esquina, que siempre me guarda las mejores mandarinas... no sé. Es sólo que me parece que es un momento ideal para pensar en todos los que te rodean, en sentir el momento que estás viviendo y realmente darte cuenta de todo el amor que hay en el mundo, que está ahí para que lo recojas y lo devuelvas, si puede ser, multiplicado.