A través de Nicole, hoy he leído un post de Jen Lee que me ha inspirado para escribir mi post de hoy.
Creo que nunca llegué a escribir el post sobre cómo llegué al trabajo donde estoy y el efecto que tuvo sobre mí. En mi empeño por dar un giro de 360 grados a mi vida y deshacerme de todo lo negativo que había en ella, conocer a Mr. J. fue como cerrarle la puerta en las narices a todo lo malo. Él me ha ayudado mucho y la mayoría de veces sin siquiera saberlo. Es una persona generosa y con un corazón enorme, y eso hace que el mero hecho de estar con él en la misma habitación te haga sentir que puedes enfrentarte a cualquier cosa.
Bueno, pues hace un par de años quise ser el cambio que quería ver en mi mundo, y una de las cosas que tenía que hacer para que eso pasara era alejarme de mi círculo y ver mi elemento con perspectiva (ay, madre! Me estoy dando cuenta de todos los posts que tenía que haber escrito aquí y no sólo en mi inseparable libreta. Bueno, volveré al tema, ¿vale?). Después de mucha introspección y auto cuestionamiento, llegué a la conclusión de que mi elemento era el que siempre había sido: la traducción. El único problema era que había perdido perspectiva, ilusión y motivación por todas las demás cosas que estaban pasando en mi vida. La traducción es lo que sé hacer, lo que me da confianza y placer y alegrías y mil temas de conversación y debate. Es lo que siempre he querido hacer y lo que quiero hacer siempre. Es eso que sé que seguiría haciendo aunque me tocara la lotería y tuviera todo el dinero del mundo (¿quién no ha tenido esa conversación sobre “¿qué harías si te tocara la lotería y tuvieras todo el dinero que pudieras necesitar para el resto de tus días?”?), gratis. Y lo que tiene tu elemento es que cuando te metes con él y en vez de exprimirlo sin piedad lo fomentas y lo quieres y lo dejas crecer, empiezan a pasar cosas maravillosas. Empieza a llegar gente a tu vida que nutre tu elemento. Empiezan a surgir oportunidades que nunca creíste que pudieran llegar. Y eso fue lo que me pasó a mí.
Este trabajo lo encontró Mr. J. para mí y los primeros meses fue como trabajar en Disneyland y tu trabajo fuera montar en las atracciones. Todo era divertido, novedoso, intelectualmente energizante (no me puedo creer que haya escrito eso), en fin, una maravilla. En el trabajo estaba rodeada de gente que “pillaba” lo que significa ser traductor y sentía cómo las posibilidades se abrían ante mí. Durante mucho tiempo ha sido así. Pero eso ha cambiado y hace tiempo que estoy lista para seguir adelante con mi camino.
Cuando me dí cuenta de que estaba hasta el gorro de la oficina, pensé que era un fastidio, me sentí un poco perdida y no supe qué podría hacer a continuación. Ahora que me mudo a Estados Unidos, ¿qué posibilidades tengo? Pero lo estaba viendo todo por el lado que no era. Mi experiencia (de más de un corto periodo de tiempo) en una oficina habrá sido lo que sea, pero sobre todo, me ha servido para aprender y crecer. Ahora sé mejor qué es lo que quiero, tengo una imagen más clara de qué es lo que quiero hacer con mi empresa, y sé qué cosas tengo que evitar a toda costa. No siempre vamos a sacar lecciones positivas de las cosas que hagamos, a veces sólo sirven para definir qué es lo que NO queremos. Pero eso también es una lección; y muy valiosa en algunos casos.
Ahora que he entendido todo eso, me doy cuenta de lo positiva que ha sido mi experiencia aquí, e incluso me da pena irme. Siempre he intentado trabajar lo mejor posible, incluso en los momentos en los que ni mi ánimo ni mis energías me permitían concentrarme en la tarea, y además por el camino he aprendido valiosas lecciones de interactuación humana. No está mal para una empresa de ingeniería industrial, ¿eh? ¡Ah! Y una cosa más. Por suerte o por desgracia, esta empresa ha dejado al descubierto que soy una mujer de ciencias encerrada en el cuerpo de una mujer de letras… ¡soy una gafapasta! Aunque todavía necesito tiempo para asimilar eso.
Creo que nunca llegué a escribir el post sobre cómo llegué al trabajo donde estoy y el efecto que tuvo sobre mí. En mi empeño por dar un giro de 360 grados a mi vida y deshacerme de todo lo negativo que había en ella, conocer a Mr. J. fue como cerrarle la puerta en las narices a todo lo malo. Él me ha ayudado mucho y la mayoría de veces sin siquiera saberlo. Es una persona generosa y con un corazón enorme, y eso hace que el mero hecho de estar con él en la misma habitación te haga sentir que puedes enfrentarte a cualquier cosa.
Bueno, pues hace un par de años quise ser el cambio que quería ver en mi mundo, y una de las cosas que tenía que hacer para que eso pasara era alejarme de mi círculo y ver mi elemento con perspectiva (ay, madre! Me estoy dando cuenta de todos los posts que tenía que haber escrito aquí y no sólo en mi inseparable libreta. Bueno, volveré al tema, ¿vale?). Después de mucha introspección y auto cuestionamiento, llegué a la conclusión de que mi elemento era el que siempre había sido: la traducción. El único problema era que había perdido perspectiva, ilusión y motivación por todas las demás cosas que estaban pasando en mi vida. La traducción es lo que sé hacer, lo que me da confianza y placer y alegrías y mil temas de conversación y debate. Es lo que siempre he querido hacer y lo que quiero hacer siempre. Es eso que sé que seguiría haciendo aunque me tocara la lotería y tuviera todo el dinero del mundo (¿quién no ha tenido esa conversación sobre “¿qué harías si te tocara la lotería y tuvieras todo el dinero que pudieras necesitar para el resto de tus días?”?), gratis. Y lo que tiene tu elemento es que cuando te metes con él y en vez de exprimirlo sin piedad lo fomentas y lo quieres y lo dejas crecer, empiezan a pasar cosas maravillosas. Empieza a llegar gente a tu vida que nutre tu elemento. Empiezan a surgir oportunidades que nunca creíste que pudieran llegar. Y eso fue lo que me pasó a mí.
Este trabajo lo encontró Mr. J. para mí y los primeros meses fue como trabajar en Disneyland y tu trabajo fuera montar en las atracciones. Todo era divertido, novedoso, intelectualmente energizante (no me puedo creer que haya escrito eso), en fin, una maravilla. En el trabajo estaba rodeada de gente que “pillaba” lo que significa ser traductor y sentía cómo las posibilidades se abrían ante mí. Durante mucho tiempo ha sido así. Pero eso ha cambiado y hace tiempo que estoy lista para seguir adelante con mi camino.
Cuando me dí cuenta de que estaba hasta el gorro de la oficina, pensé que era un fastidio, me sentí un poco perdida y no supe qué podría hacer a continuación. Ahora que me mudo a Estados Unidos, ¿qué posibilidades tengo? Pero lo estaba viendo todo por el lado que no era. Mi experiencia (de más de un corto periodo de tiempo) en una oficina habrá sido lo que sea, pero sobre todo, me ha servido para aprender y crecer. Ahora sé mejor qué es lo que quiero, tengo una imagen más clara de qué es lo que quiero hacer con mi empresa, y sé qué cosas tengo que evitar a toda costa. No siempre vamos a sacar lecciones positivas de las cosas que hagamos, a veces sólo sirven para definir qué es lo que NO queremos. Pero eso también es una lección; y muy valiosa en algunos casos.
Ahora que he entendido todo eso, me doy cuenta de lo positiva que ha sido mi experiencia aquí, e incluso me da pena irme. Siempre he intentado trabajar lo mejor posible, incluso en los momentos en los que ni mi ánimo ni mis energías me permitían concentrarme en la tarea, y además por el camino he aprendido valiosas lecciones de interactuación humana. No está mal para una empresa de ingeniería industrial, ¿eh? ¡Ah! Y una cosa más. Por suerte o por desgracia, esta empresa ha dejado al descubierto que soy una mujer de ciencias encerrada en el cuerpo de una mujer de letras… ¡soy una gafapasta! Aunque todavía necesito tiempo para asimilar eso.
0 lindezas:
Publicar un comentario