domingo, octubre 30, 2005

Miedo a la aspiradora asesina

Qué cosa extraña el miedo. Últimamente me he fijado en que la gata tiene miedo de casi cualquier cosa. Al principio pensaba que era porque era pequeña, pero ahora creo que es porque es gata. Aunque este último punto tengo que cuestionarlo (sigo pensando que es un extraterrestre), sí que es cierto que PARECE un gato.
Cuando vamos a salir a la calle, no viene con nosotros hasta la puerta porque le dan miedo los zapatos. Le da miedo la gente extraña y más aún si lleva zapatos. Le da miedo la puerta de la calle. Una vez El Hombre que Tanto Trabaja la trajo hasta la puerta de la calle para despedirse de mí y se le meó encima. Hay veces que la llamo para darle algo de comer que normalmente no come, como patatas fritas, o jamón, o espárragos, o cualquier cosa, y tengo que perseguirla por toda la casa porque se caga de miedo... no sé por qué. También le dan miedo los ruidos agudos o graves continuados. Por supuesto, le da miedo la lavadora cuando centrifuga, aunque cuando está parada se mete dentro a jugar o a cotillear. Y le da miedo la aspiradora. Lo raro es que el secador no le da miedo... es extraño. Se le ponen las orejas de punta, muy estiradas, mirando hacia delante; se le abren los ojos de tal manera que parece que se le van a salir y el rabo empieza a ponérsele como un árbol de Navidad (pero sin adornos). La verdad es que tiene gracia, pero no consigo entender por qué unas cosas le dan tanto miedo y otras, no. Supongo que las cosas a las que tiene miedo son a las que no está acostumbrada desde pequeña. Si no, ¿por qué le daría miedo el ruido de la aspiradora pero no el del secador? No tiene sentido.
Ahora, partiendo de esa base, imaginemos que a nosotros nos pasara lo mismo. Un niño que no estuviera acostumbrado al ruido de la aspiradora desde pequeño, podría morirse del infarto a los 35 años cuando se independizase, se comprase una aspiradora y la pusiera en marcha. Sería una cosa curiosa que alguien no pudiera pasar la aspiradora... porque le da miedo.
Puede que ahora penséis más que nunca que tengo el cerebro esponjiforme, pero pensadlo por un momento...
 

La memoria de las flores © 2010

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