Hoy es uno de esos días en los que por mucha gente que haya a tu alrededor te sientes más solo que la una. Uno de esos días en los que te confundes entre la multitud y lo mismo sería que la calle estuviera desierta. A veces no tiene por qué haber un motivo para esto, pero hoy sí. Hoy la esperanza ha acabado de desaparecer. Pero en realidad no tiene que importar. No tiene que importar porque uno nunca deja de luchar, por mucho que los demás se opongan a lo que tienes que hacer. Porque tienes que hacerlo. No es una tontería ni algo pasajero, sino todo lo contrario. Es algo muy serio y en lo que has invertido mucho tiempo, ilusión y talento. Eso es. Sobre todo, talento. Eso de lo que nadie se queja porque si no lo tienes no puedes exigirlo, aunque a veces lo hagan.
Yo siempre he pensado que si algo no sale es porque algo peor que el rechazo se cernía detrás, como un tigre, esperando en la sombra para saltar sobre ti y devorarte sin miramientos (esos tigres siempre tienen hambre de carne fresca, tierna y mejor). Si no sale después de tanto tiempo de espera y desesperación es porque ha empezado algo nuevo y hay que seguir a delante. Cierto es que nunca es plato de gusto, pero tienes que seguir luchando y dando lo mejor de ti. Eso, al fin y al cabo, alguien termina por apreciarlo.
No te rindas. Siempre estaré aquí.
Yo siempre he pensado que si algo no sale es porque algo peor que el rechazo se cernía detrás, como un tigre, esperando en la sombra para saltar sobre ti y devorarte sin miramientos (esos tigres siempre tienen hambre de carne fresca, tierna y mejor). Si no sale después de tanto tiempo de espera y desesperación es porque ha empezado algo nuevo y hay que seguir a delante. Cierto es que nunca es plato de gusto, pero tienes que seguir luchando y dando lo mejor de ti. Eso, al fin y al cabo, alguien termina por apreciarlo.
No te rindas. Siempre estaré aquí.