Hoy se ha muerto Arthur C. Clarke.
Mi idilio con la ciencia-ficción empezó hace ya años, pero parece que siempre ha formado parte de mí.
Los libros siempre han estado presentes en mi vida. Obviamente, casi toda la culpa la tienen mis padres, sobre todo mi padre, ávido lector. En mi casa siempre ha habido estanterías bien surtidas de todo tipo de libros, desde cómics hasta libros de cocina, pasando por novelas históricas. Desde bien pequeña mis padres me han animado a leer y, lo creáis o no, a consultar el diccionario. Quizá de ahí venga mi total obsesión por los libros en general y los diccionarios en particular.
Hay algo especial en ese momento casi ritual de empezar a leer un libro. Algo magnífico en retomar la lectura, cuando sientes que te reúnes con viejos amigos, que sales de este mundo cotidiano tan real y aburrido, y entras en otro donde todo es posible. Me encanta el olor de los libros, el ruido de las páginas al pasar, el tacto suave del borde de las hojas. Me encanta leer.
Mi padre siempre ha sido muy aficionado a la ciencia-ficción, pero yo nunca me sentí atraida por ese tipo de literatura. Quizá fuera por mi tierna edad, pero pensaba que la ciencia-ficción iba a ser un rollo alucinante sobre científicos diciendo cosas incomprensibles... ¡Y vaya si lo es! ¡Y cómo me gusta! Porque de incomprensible tiene bien poco.
¿Por qué os cuento que se ha muerto Arthur C. Clarke? Pues porque el primer libro de ciencia-ficción que me leí fue suyo. El que me abrió las puertas del mundo maravilloso que es la ciencia-ficción fue él. Ya nunca he podido dejar de leerla y, de hecho, algunos de mis libros preferidos, ésos que recomiendas a todo el mundo, son de ciencia-ficción.
Yo, que soy una escéptica nata, que pierdo la fe en el ser humano cada vez que veo el telediario, encuentro un refugio fantástico en esos mundos imaginarios, en esas pruebas de fuego que pasan los hombres al encontrarse con seres de otros planetas, en la forma definitiva de humildad, cuando el Hombre se ve obligado a admitir que ni lo sabe ni lo puede todo.
Así que hoy, día en que ha muerto un mito y se me ha caído uno de los estantes de la librería que sostiene mi mundo, os animo a que leáis algo de ciencia-ficción. Yo empecé por "Entrevista con Rama", pero hay muchos grandes libros de este magnífico autor, como "Cánticos de la lejana tierra", por ejemplo, que merecen la pena ser leídos al menos una vez en la vida.
Mi idilio con la ciencia-ficción empezó hace ya años, pero parece que siempre ha formado parte de mí.
Los libros siempre han estado presentes en mi vida. Obviamente, casi toda la culpa la tienen mis padres, sobre todo mi padre, ávido lector. En mi casa siempre ha habido estanterías bien surtidas de todo tipo de libros, desde cómics hasta libros de cocina, pasando por novelas históricas. Desde bien pequeña mis padres me han animado a leer y, lo creáis o no, a consultar el diccionario. Quizá de ahí venga mi total obsesión por los libros en general y los diccionarios en particular.
Hay algo especial en ese momento casi ritual de empezar a leer un libro. Algo magnífico en retomar la lectura, cuando sientes que te reúnes con viejos amigos, que sales de este mundo cotidiano tan real y aburrido, y entras en otro donde todo es posible. Me encanta el olor de los libros, el ruido de las páginas al pasar, el tacto suave del borde de las hojas. Me encanta leer.
Mi padre siempre ha sido muy aficionado a la ciencia-ficción, pero yo nunca me sentí atraida por ese tipo de literatura. Quizá fuera por mi tierna edad, pero pensaba que la ciencia-ficción iba a ser un rollo alucinante sobre científicos diciendo cosas incomprensibles... ¡Y vaya si lo es! ¡Y cómo me gusta! Porque de incomprensible tiene bien poco.
¿Por qué os cuento que se ha muerto Arthur C. Clarke? Pues porque el primer libro de ciencia-ficción que me leí fue suyo. El que me abrió las puertas del mundo maravilloso que es la ciencia-ficción fue él. Ya nunca he podido dejar de leerla y, de hecho, algunos de mis libros preferidos, ésos que recomiendas a todo el mundo, son de ciencia-ficción.
Yo, que soy una escéptica nata, que pierdo la fe en el ser humano cada vez que veo el telediario, encuentro un refugio fantástico en esos mundos imaginarios, en esas pruebas de fuego que pasan los hombres al encontrarse con seres de otros planetas, en la forma definitiva de humildad, cuando el Hombre se ve obligado a admitir que ni lo sabe ni lo puede todo.
Así que hoy, día en que ha muerto un mito y se me ha caído uno de los estantes de la librería que sostiene mi mundo, os animo a que leáis algo de ciencia-ficción. Yo empecé por "Entrevista con Rama", pero hay muchos grandes libros de este magnífico autor, como "Cánticos de la lejana tierra", por ejemplo, que merecen la pena ser leídos al menos una vez en la vida.
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