Aunque el HQTT siempre dice que mi obsesión por poner cuadros, cambiar la decoración de las habitaciones y poner telas de distintos colores es instinto anidador y que antes de que me dé cuenta estaré rogándole que me haga un bebé, yo siempre he dicho que lo que yo tengo es "instinto Ikea"... redecora tu vida. Eso o quizá un poco de OCD también.
Últimamente, como desde hace tres o cuatro años, mi instinto redecorador me está pidiendo a gritos un cambio radical. Pero no en el sentido de pintar las paredes de rosa fucsia o de cambiar las sillas del salón, sino de hacer un mercadillo con todo eso y largarme a otro país. El destino la verdad que me es indiferente. No voy a decir que cuanto más lejos, mejor, porque a mi madre le daría un patatús, pero casi. Quiero eso, un cambio radical. Tengo tantas ganas de cambiar de aires que estoy dispuesta hasta a renunciar a los países con nieve permanente por palmeras y playas. De verdad, me da igual, sólo quiero irme.
Pero luego da mucha pereza. Tienes que buscar el sitio, hacer papeles para que te dejen entrar, ahorrar dinero para poder comer cuando estés allí, hacer una maleta con al menos una muda y un cepillo de dientes... en fin, muchas cosas. En el momento puede ser muy emocionante pero nah, se pasa en seguida. Luego en realidad es cambiar de rutina. Cierto es que vivir en otro país siempre resulta un poco más emocionante, aunque sólo sea porque el sitio es distinto, la gente es distinta, no conoces las cosas... y es una aventura.
Pero no, ¿para qué? ¿por qué cambiar lo que tanto tiempo te ha costado reunir (muebles, libros, polvo) por algo sólo porque sea emocionante? Qué tontería.
Últimamente, como desde hace tres o cuatro años, mi instinto redecorador me está pidiendo a gritos un cambio radical. Pero no en el sentido de pintar las paredes de rosa fucsia o de cambiar las sillas del salón, sino de hacer un mercadillo con todo eso y largarme a otro país. El destino la verdad que me es indiferente. No voy a decir que cuanto más lejos, mejor, porque a mi madre le daría un patatús, pero casi. Quiero eso, un cambio radical. Tengo tantas ganas de cambiar de aires que estoy dispuesta hasta a renunciar a los países con nieve permanente por palmeras y playas. De verdad, me da igual, sólo quiero irme.
Pero luego da mucha pereza. Tienes que buscar el sitio, hacer papeles para que te dejen entrar, ahorrar dinero para poder comer cuando estés allí, hacer una maleta con al menos una muda y un cepillo de dientes... en fin, muchas cosas. En el momento puede ser muy emocionante pero nah, se pasa en seguida. Luego en realidad es cambiar de rutina. Cierto es que vivir en otro país siempre resulta un poco más emocionante, aunque sólo sea porque el sitio es distinto, la gente es distinta, no conoces las cosas... y es una aventura.
Pero no, ¿para qué? ¿por qué cambiar lo que tanto tiempo te ha costado reunir (muebles, libros, polvo) por algo sólo porque sea emocionante? Qué tontería.
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