Por fin ha empezado a llover. Hoy, 10 de octubre, ha llegado el otoño. Ya era hora. La gente ya se estaba acostumbrando a ir en manguita corta por la calle y a estar todo el día en las terrazas de aquí abajo tocando las narices.
Ha llegado la lluvia, para limpiar esa asquerosa boina negra que ya había sobre Madrid, para llevarse toda la mierda que la gente tira al suelo, para limpiarnos el alma del espíritu veraniego que se había instalado en nosotros y no quería marcharse.
Me alegro mucho de que llueva. Si llueve, empieza a hacer frío, y después del frío viene el invierno. Me encanta el invierno. Ójala sea como el del año pasado y haga mucho frío, con su nieve y todo. Espero poder ir a hacer snowboard este año y disfrutar de la nieve de otra forma. En la capital nevó el año pasado, pero no es lo mismo, ya que en Madrid no suele nevar. No cuaja demasiado y no suele nevar excesivamente. Me gustan los sitios donde caen varios metros de nieve, donde el cielo se vuelve blanco y empiezan a caer los copos. Cuando empieza a nevar así es como si una manta cayera sobre el lugar, una manta de paz, de silencio. La nieve amortigua todos los ruidos y sientes que estás más cerca de la naturaleza que nunca. Me encantan esos sitios. A ver si vuelvo.
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