Después de toda una semana (¡un semana entera!) de hacer yoga, me encuentro en un punto conocido y nada deseable. Me estoy desviando.
Eso significa que me estoy desconcentrando, estoy perdiendo la motivación y me cuesta comprometerme con el momento de practicar yoga.
No sé porqué pasa esto, pero no es la primera vez y, si no hago algo al respecto, intuyo que no será la última. Y lo odio. No es que no me guste la práctica, todo lo contrario. Es como si mi cuerpo se hubiera acostumbrado a la sesión de yoga y hubiera perdido el interés. Ya lo sé, es horrible.
Así que hoy he tardado todo el día en ponerme a hacer yoga. No me ha sentado bien. O sea, el yoga sí, pero no el momento en que he decidido hacerlo ni el porqué he elegido hacerlo.
Luego, al final, cuando estaba ya en savasana, me he puesto a pensar en ello. ¿Por qué estoy haciendo estos 30 días de yoga? ¿Qué espero sacar de todo esto? ¿Qué tengo que hacer para llegar a eso? Ahí es donde tengo que empezar mañana.
La canción de hoy es Don't stop believing, de Journey.
Eso significa que me estoy desconcentrando, estoy perdiendo la motivación y me cuesta comprometerme con el momento de practicar yoga.
No sé porqué pasa esto, pero no es la primera vez y, si no hago algo al respecto, intuyo que no será la última. Y lo odio. No es que no me guste la práctica, todo lo contrario. Es como si mi cuerpo se hubiera acostumbrado a la sesión de yoga y hubiera perdido el interés. Ya lo sé, es horrible.
Así que hoy he tardado todo el día en ponerme a hacer yoga. No me ha sentado bien. O sea, el yoga sí, pero no el momento en que he decidido hacerlo ni el porqué he elegido hacerlo.
Luego, al final, cuando estaba ya en savasana, me he puesto a pensar en ello. ¿Por qué estoy haciendo estos 30 días de yoga? ¿Qué espero sacar de todo esto? ¿Qué tengo que hacer para llegar a eso? Ahí es donde tengo que empezar mañana.
La canción de hoy es Don't stop believing, de Journey.
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